Este fin de semana, los Lobos se pusieron las botas en el Torneo Antonio Reina, al que fueron invitados a última hora y que se celebró en Ripagaina.
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| los Lobos en la prensa dominical |
Para desayunar, se encontraron con un tierno Burladés B, al que le metieron dos bocados. El primero a cargo de Iker y el segundo, del medio centro del Lezkairu-A, Unai, fichaje de última hora.
De postre para el desayuno, un par de penalties a cargo de Unai y Adrián, tirados con enorme seguridad y que bastaron para tomar distancia en caso de empate a puntos.
Tras un breve descanso y notando que el hambre no estaba saciada, los Lobos pidieron de almuerzo un Paz de Ziganda, al que con un bocado postrero de Adrián, se le mandó a medio terminar para la cocina. Posiblemente, el plato estaba un poco crudo y no hizo falta llegar a los penaltis.
Dos partidos y seis puntos: Veni, Vidi, Vici. A semifinales.
Sin llegar al mediodía, y viendo que el hambre apretaba, pidieron los Lobos un nuevo plato.
Ya que los tiernos entrantes no parecieron calmar a las fieras, sacaron los cocineros un plato recio y potente: un Burladés A, con sus pimienticos, guarnición y todos los sacramentos.
Pero ni por esas.
El sábado los Lobos estaban desatados.
Veinte minutos peleando con el chuletón, trinchando y cortando sin parar, para al final con un mordisco de otro fichaje de apoyo, el joven calasanz Xabier, casi llenar el buche a falta del postre.
Felices se las prometían los aficionados amarillicos.
2.0.
1.0.
1.0.
Buen juego, posesión del balón, la puerta a cero, pegada, agresividad y el balón volando de banda a banda sin parar y siempre en los pies de los Lobos.
Tras un tiempo de relax, en que los demás equipos ya eliminados jugaron por los puestos de consolación, se prepararon los Lobos para asaltar la cocina y comerse el postre.
Y al cocinero si hiciera falta.
Sábado 13.30. Burlada.
Un sol de justicia.
El campo de Burlada recién regado.
La grada llena.
Los Lobos calientan y afilan sus garras...
Se reúnen en manada, se detiene el tiempo.... y se oyen tres aullidos:
LEZKAIRUUU !!! Auuu!!! Auuu!!! Auuu!!!
Veinte minutos, para dos equipos que se miden a distancia:
El Huarte A, plagado de jugadores experimentados, que han llegado a la final goleando a todos sus rivales.
En frente, los Lobos de Lezkairu E, jóvenes cachorros hambrientos... jóvenes, pero sin miedo a nada.
Comenzó el partido con un continuo tanteo en medio campo, sin apenas llegadas al área.
El cansancio hacía mella en los jugadores con más minutos: Unai y Luis, que habían sido los baluartes del equipo, comenzaban a tambalearse tras más de 60 minutos seguidos sin parar...
Los lobeznos con más espíritu, tomaron las riendas y mantuvieron el carro en marcha... aunque los contragolpes y las ocasiones rivales comenzaban a preocupar en la grada...
El nuevo equipo técnico, sin experiencia en estas lides y posiblemente sufriendo el vértigo de verse tan arriba, no sabía manejar el partido desde el banquillo, limitándose a motivar a gritos a sus jugadores, tratando de insuflarles la fuerza que comenzaba a faltar.
Pero esta temporada hemos sido testigos del carácter de estos jugadores.... y hoy no podía faltar la épica de los grandes momentos.
Faltan 5 minutos...
El portero especialista en penaltys, comienza a enfundarse los guantes en el banquillo...
Balones al área rival... despejes apurados....
Hasta tres córners seguidos sacó el Soto sobre el área rival, bombardeando al portero de Huarte...
Los más altos de los amarillos, acudían poseídos a rematar lo que cayese...
Cuarto córner consecutivo....
Todo el equipo en campo rival.
En su área...
Saque... despeje de la defensa... presión... el balón que cae a los pies del central amarillo al borde del área.... Y cuando el crack del equipo, el más entonado y con más clase de los Lobos se dispuso a hincar el diente, esperando todos un disparo que supusiese la dentellada final....
Las fuerzas lo abandonaron.
Minuto 19.
Pérdida, contra y gol.
0.1.
Saque de centro, y los Lobos que caen al suelo desconsolados.
Pitido final y subcampeones.
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| sub CAMPEOOOONESSSSSS !!!!!! |
No pasa nada, siempre nos quedará Berriozar.
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